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viernes, 20 de diciembre de 2024

La Ciudad del Sol Oscuro


 Hace siglos, existió una ciudad tan radiante que su luz nunca se apagaba. Se llamaba Solnara, y su cielo era perpetuamente dorado, como si el sol hubiera decidido vivir allí para siempre. Sus habitantes vivían bajo el resplandor eterno, sin temor al ocaso ni a la oscuridad. Era una ciudad que desbordaba prosperidad, llena de monumentos de mármol que reflejaban la luz en todas direcciones, haciendo que la ciudad fuera tan brillante que incluso los más jóvenes olvidaron lo que era la noche.

Solnara no siempre había sido así. En sus primeros días, los sabios que gobernaban la ciudad eran conocidos por su sabiduría y su armonía con las fuerzas de la naturaleza. Pero había algo más en su conocimiento, algo oscuro que mantenían en secreto. Los textos antiguos hablaban de un pacto sellado hacía generaciones: la luz eterna, esa que nunca moría, dependía de un sacrificio. Sin embargo, con el paso del tiempo, la verdad se había ido desvaneciendo en la memoria colectiva, y la ciudad creció olvidando lo que había detrás de su bendición.

Marina, una joven arqueóloga, había estado investigando sobre la leyenda de Solnara durante años. Había encontrado fragmentos de antiguos textos y códices que hablaban de una sombra creciente en el corazón de la ciudad, una oscuridad que nadie parecía notar, pues el sol nunca se apagaba. Pero algo en su interior le decía que había más, que la luz eterna no era un regalo, sino un precio.

Un día, mientras estudiaba unos viejos pergaminos en la biblioteca de la capital, Marina encontró la clave que había estado buscando. Un pasaje mencionaba a la fuerza oscura que crecía bajo la ciudad, alimentada por el sacrificio de aquellos que la habían protegido. El texto decía que esta sombra estaba empezando a consumir la energía de la luz misma. Si no se detenía a tiempo, Solnara perdería su sol para siempre, y la ciudad se sumiría en una oscuridad eterna.

Determined to find the truth, Marina packed her things and set off on a journey that would take her across the desert, through dense forests, and up the mountains to reach the ruins of Solnara. La ciudad ya no era lo que había sido: sus antiguos templos se habían derrumbado, y la mayoría de las estructuras estaban cubiertas por vegetación, como si la propia tierra hubiera comenzado a reclamar lo que una vez fue suyo. El aire estaba cargado de una extraña quietud, y el sol, aunque aún brillaba con fuerza, ya no tenía el mismo poder radiante. Era como si algo lo estuviera consumiendo, poco a poco, sin que nadie lo notara.

Marina llegó a lo que alguna vez fue la plaza central de Solnara. En el centro de esta, permanecía una enorme fuente de piedra que alguna vez había sido un símbolo de la energía que alimentaba la ciudad. Sin embargo, ahora la fuente estaba seca, y de ella emanaba una sombra oscura que parecía moverse con vida propia. El sol aún brillaba, pero su luz no llegaba hasta el centro de la plaza, como si el lugar estuviera siendo devorado por una fuerza invisible.

Con cada paso que daba, Marina sentía una presión creciente en su pecho. La sombra estaba viva, y la ciudad misma parecía estar reaccionando a su presencia. Se dirigió hacia un antiguo templo que había sido construido en el corazón de Solnara, un lugar donde se decía que los sabios realizaban el sacrificio para mantener el sol brillante. Cuando entró, la atmósfera era pesada, cargada de una energía oscura que la hizo estremecerse.

Dentro del templo, Marina encontró una antigua inscripción en las paredes. Decía:

"El Sol es un huésped, no un dios. Y el sacrificio, una deuda eterna que nunca debe ser olvidada."

De repente, una figura apareció en las sombras del templo: un anciano con una túnica dorada, su rostro marcado por el tiempo. Era uno de los últimos descendientes del consejo de sabios. Con voz grave, dijo:

—Has llegado demasiado tarde, joven arqueóloga. La ciudad se está desmoronando, y todo por el error de generaciones pasadas. El sacrificio fue olvidado, y la sombra que habita en el corazón de Solnara ha crecido, devorando la luz que nos mantenía. Pero hay una forma de restaurar el equilibrio, aunque el precio será alto.

Marina lo miró, desconcertada.

—¿Qué debo hacer? —preguntó, con la esperanza de encontrar una solución.

El anciano la miró profundamente, sus ojos llenos de sabiduría y tristeza.

—Debes enfrentarte a la sombra, Marina. Pero no podrás destruirla sin destruir también la ciudad. La luz eterna no es un regalo, sino un ciclo sin fin. Para salvar Solnara, deberás elegir entre destruirla por completo y liberar a la sombra, o sellar el sacrificio para siempre y condenar a esta ciudad a vivir bajo su eterna maldición.

Marina se quedó en silencio, procesando sus palabras. El sol seguía brillando con fuerza en el cielo, pero ahora sentía como si la luz estuviera moribunda, apagándose lentamente. Cada momento que pasaba, el peso de la decisión se hacía más pesado.

Finalmente, Marina entendió la verdad detrás de la leyenda: el sacrificio era una deuda que nunca podría saldarse sin consecuencias. El equilibrio del mundo dependía de la luz y la oscuridad trabajando juntas, y Solnara no podía sobrevivir sin un costo. La verdadera pregunta era si el precio valdría la pena.

Con el corazón lleno de resolución, Marina decidió sellar el sacrificio una vez más. Pero esta vez, lo haría de manera diferente: haría un sacrificio propio. Se acercó al altar, donde los sabios de antaño habían ofrecido sus vidas, y con una última mirada hacia el sol, se preparó para sellar la sombra.

El cielo se oscureció por un momento, y luego, la luz del sol brilló con más fuerza que nunca, restaurando el equilibrio, pero dejando a Solnara en un perpetuo estado de crepúsculo. La sombra se desvaneció, y la ciudad, aunque marcada por la tragedia, siguió adelante, viviendo con la memoria de lo que había sido y lo que nunca volvería a ser.

Marina se despidió de la ciudad, sabiendo que, aunque la luz había regresado, la oscuridad nunca desaparecería por completo. Solnara sería siempre la ciudad del sol oscuro.

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